Era un volcan que eruccionó mi piel
fuego ardiente que recorria mis poros,
quemaba mi corazón y abrasaba mi alma.
Era solo eso, un volcan....
ardiente y en llamas.
Pero, era solo eso nada más.
Un volcan que encendía todo
y apagaba nada.
Sumergida en él perecí yo
o lo que creí ser yo.
Pero sólo era eso un volcan...
un volcan que nunca existió
Azahar del Desierto
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